lunes, 5 de abril de 2010
El día que nevó
Nunca olvidaré el día que nevó en Adamuz. En mi jardín, aquel día encontramos una gran manta de nieve. En cuanto pudimos salir los cuatro hicimos un muñeco de nieve. Nos salió estupendo. No le faltó detalle gracias a mi madre que le buscó la ropa.
Cuando papá y mamá se fueron a preparar la cena, algo sorprendente ocurrió. ¡El muñeco me lanzó una bola de nieve! Entonces mi hermano y yo empezamos a jugar con él. Hicimos una batalla de nieve, jugamos con mi perra Kessi, también jugamos al baloncesto hasta que se hizo tarde y nos fuimos a dormir pero él se quedó fuera.
A la mañana siguiente salió el sol y fuimos a jugar con él pero estaba derritiéndose y me dijo:
- ¡Adioooooooooós....! ¡Hasta el año que vieneeee.....
Aún guardamos, como recuerdo, su nariz en el frigorífico (una zanahoria).
Cuando papá y mamá se fueron a preparar la cena, algo sorprendente ocurrió. ¡El muñeco me lanzó una bola de nieve! Entonces mi hermano y yo empezamos a jugar con él. Hicimos una batalla de nieve, jugamos con mi perra Kessi, también jugamos al baloncesto hasta que se hizo tarde y nos fuimos a dormir pero él se quedó fuera.
A la mañana siguiente salió el sol y fuimos a jugar con él pero estaba derritiéndose y me dijo:
- ¡Adioooooooooós....! ¡Hasta el año que vieneeee.....
Aún guardamos, como recuerdo, su nariz en el frigorífico (una zanahoria).
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Relatos e Ilustraciones de Primaria
Un extraño suceso
Era
un domingo cualquiera del otoño del 1983 . Como todos los fines de
semana venía de Extremadura para visitar a mi familia y a mi novia.
Aquella
noche me acosté temprano porque al día siguiente tenía que
madrugar .
Como
todos los lunes salí hacia Badajoz a las 4 :30 de la mañana para
estar allí a las 8:00. Iba pensado en todo lo que tenía que hacer
durante la semana. Había muy poco tráfico, a esas horas la gente
estaba descansando en sus camas; de vez en cuando me tropezaba con
algún coche, que como yo, madrugaba para ir a su destino.
Pasando
Peñarroya-Pueblonuevo, en una zona muy llana, donde había restos
de minas abandonadas, en una gran recta, algo me llamó la
atención. Primero oí un zumbido muy agudo y constante que provenía
del horizonte y justo después apareció una aureola que iluminó
todo el terreno. Parecía que, de pronto, se había hecho de día; un
tono rosáceo llenó la noche. Duró solo unos segundos. No puedo
describir lo que sentí. entre miedo y sorpresa, sólo sé que mi pie
apretó el acelerador y qué lo único que deseaba era alejarme de
allí. De vez en cuando miraba por el espejo retrovisor, pero la
noche se había vuelto oscura y no había ninguna señal de aquel
resplandor que me había sorprendido momentos antes. Estaba
confundido, procuraba distraerme con la radio pero nada me hacía
olvidar aquella sensación que momentos antes había vivido. Recordé
aquellas noticias que algunas veces se oía en la televisión sobre
fenómenos extraños que algunas personas habían visto. Intenté
justificar aquel resplandor, pensando que podría ser una explosión
en las minas, pero aquello era imposible porque éstas llevaban
abandonadas muchos años. Continué mi viaje con mucha intranquilidad
y nerviosismo, estaba deseando llegar a Badajoz. Al día siguiente
miré los periódicos y oí las noticias por si en algún lado
alguien había escrito algo sobre lo que yo había visto la noche
anterior. Pero nada, ni rastro de aquel fenómeno. La semana
siguiente cuando volví a pasar por allí iba asustado, temiendo que
se repitiera aquel extraño suceso, pero no ocurrió absolutamente
nada , ni cuantas veces pasé por ese lugar.
Muchos años después, cuando recuerdo este hecho, se me
sigue poniendo la piel de gallina, y siento una extraña sensación .
Cuando en las noticias oigo hablar de fenómenos
extraños me acuerdo de lo que me sucedió a mí, a lo que no le he
podido encontrar nunca una explicación lógica.
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Relatos e Ilustraciones de Primaria
Más locas que nunca
Nunca olvidaré cuando en el año 2007 mi primita María y yo, que éramos bastante chiquitas, teníamos muchas ganas de llevar flequillo. Tantas ganas teníamos que se lo cortábamos a las Barbies, a todas las muñecas...
Un día se lo corté a una muñeca y me dijo mi prima que había quedado muy bien, y muy recto. Entonces le dije que se lo iba a cortar a ella, y ella aceptó. La verdad, no quedó muy bien. Después me lo cortó a mí, aunque no me quedó mucho mejor que digamos, pero bueno.
Entonces escondimos los pelos en una caja con llave. Ese día salimos al parque sin que nadie se diese cuenta, pero llegó una niña y esa sí nos lo notó. Fuimos a mi casa y una vez allí nos vieron, pero en vez de reñirnos se murieron de la risa. Y encima a mi prima María le faltaba poco para hacer la Primera Comunión, entonces se tuvo que poner un medio casquete en la cabeza para que así se le notara menos.
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