Érase una vez dos hermanos que se llamaban Jon Cliber y Fran Cliber. Su padre había muerto de una enfermedad hace tres años y sólo tenían a su madre que también padecía una enfermedad muy extraña. Los médicos decían que no tenía solución.
Jon y Fran no querían quedarse huérfanos de padre y madre. Los niños averiguaron que había un mago que curaba enfermedades muy raras. Este mago vivía en “Las montañas prohibidas”.
Jon y Fran fueron a esas montañas, había una cueva muy profunda, los hermanos entraron en la cueva, estuvieron andando un buen rato y por fin se abrieron ante ellos unas enormes puertas, y de repente... apareció el mago.
Os estaba esperando- dijo el mago
Los niños se asombraron de los libros de medicina que había, estaba la estancia a rebosar de libros.
¿Cómo sabías que veníamos?- preguntó Jon
Soy un mago y lo sé todo. También sé lo que le ha pasado a vuestra madre. Si queréis que se recupere vuestra madre, tenéis que ir a “La montaña de los libros” y traerme un libro especial.
Los niños subieron muy arriba de la montaña. Allí había una cueva muy profunda custodiada por dos diccionarios de piedra que impedían el paso. Uno de los diccionarios hablaba así:
Si queréis que os de el libro tendréis que encontrar una palabra en el diccionario la palabra “amistad” ¡Pero no me hagáis cosquillas!
Se apresuraron a buscarla, pero con mucho cuidado. La encontraron enseguida.
Entraron en la cueva y vieron por fin el libro mágico, que estaba en una especie de altar. Fran, el pequeño, cogió el libro y salieron corriendo de la cueva. Bajaron la montaña hasta la residencia del mago y le entragaron el libro. El mago dijo las palabras mágicas, el cielo se oscureció de repente y un rayó cayó a la casa de los niños. Jon y Fran se despidieron del mago pero Jon le dijo:
Nunca nos has dicho tu nombre
Mi nombre no tiene importancia.
Y los niños se fueron corriendo a casa de su madre y vieron que ya estaba recuperada.
La abrazaron.
ESTRADA
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