Como todos los sábados los padres de Ana y Gabriel tenían que ir a Málaga por razones de trabajo. Ana tenía quince años y Gabriel siete.
Una mañana de sábado los padres de Ana y Gabriel se fueron. Los dejaron solos en la casa ya que Ana era suficientemente grande para cuidar de ella y de su hermano pequeño. Ellos estaban durmiendo debido a que todavía era demasiado temprano para despertarse.
Ya a las once y media de las mañana Gabriel se despertó y fue al dormitorio de su hermana para despertarla. Ella no tenía ganas de despertarse ya que ayer se acostó demasiado tarde. Su hermano se fue solo para el salón y empezó a jugar con los juguetes que había dejado la noche pasada sin recoger. Ana con mucho sueño empezó a levantarse cuando de repente oyó un gran golpe. Fue corriendo a ver lo que había pasado. Su hermano había estrellado un juguete contra un vaso de cristal y se había roto. Ella cogió el recogedor y la escoba para recoger los pedazos de cristal.
Después ya tarde sobre las siete de la tarde llamaron a la puerta y Ana miró por la mirilla para ver quien era. Eran dos hombres, decidió no abrir. Los hombres dijeron en voz alta que venían para darle una noticia de sus padres. Ana rápidamente abrió. Ella empezó a hablar con los dos hombres mientras su hermano veía la televisión. Le dijeron a Ana que sus padres habían sufrido un trágico accidente de vuelta hacia Córdoba y que no pudieron hacer nada por ellos ya que habían sufrido un fuerte golpe. Ella empezó a llorar. A ella y a su hermano le mandaron a un orfanato. Su hermana por el camino le contó todo a Gabriel. Ella no quería ir al orfanato. Todavía no se creía lo que había pasado. Estaba asustada, tenía miedo de que también lo separasen de su hermano.
Llegaron al orfanato y Ana empezó a pedir explicaciones de todo lo que le había pasado a sus padres. Ya lo único que podía hacer era estar al lado de su hermano y que nadie los separara, pero las cosas no salieron como ella esperaba. El orfanato dentro de tres años lo iban a cerrar a si que todos los niños tenían que tener alguna familia. A los tres meses una familia rica adopto al hermano. Ana cuando se lo dijeron ya no sabia que hacer. Intento escaparse con su hermano del orfanato pero no tenía ninguna escapatoria ya que estaba todo vigilado. Ana no fue adoptada por ninguna familia debido a que era ya demasiado grande. Después de dos años y medio Ana salió del orfanato, ya que era mayor de edad. Buscó una casa y un trabajo y después decidió ir a buscar a su hermano.
Ella sabía que estaba con una familia rica pero eso no le servía de nada. Fue por todas las escuelas para ver si lo encontraba. Después de tres meses buscando a su hermano no lo encontró.
Un día dando un paseo vió a un grupito de nenes en la otra acera, un nene gritó “¡Gabriel!” inmediatamente Ana giró la cabeza y se encontró con su hermano. Ella empezó a gritar su nombre y él la reconoció. Rápidamente fueron a darse un abrazo. El le contó todo lo que le había pasado durante estos años. Gabriel le contó a su hermana que la familia que le adoptó siempre estaba de viaje por el trabajo y que nunca estaban con él. Ana le preguntó a Gabriel que si quería irse con ella. Él muy contento dijo que sí. Gabriel fue a decírselo a su familia. Los padres dijeron que no se iba a ir y entonces él dijo que quisieran o no se iría. Ellos aceptaron y le dieron a su hermana la custodia de su hermano. Los padres para no perderlo decidieron hablar con Ana para decirle que se iría con ella si ellos podían visitar a su hijo cada vez que quisieran. Ella aceptó. Desde ahí Ana y Gabriel establecieron una nueva vida.
Alejandra
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