miércoles, 15 de abril de 2009

EL LIBRO PERDIDO


En el centro de la ciudad, en una biblioteca para adolescentes y niños, se encontraba Mateo, un niño de diez años al que le encantaba leer. Leía libros de todo tipo. Por eso, el día de su santo su madre le regaló… un libro.
Era un libro de bronce con decoraciones doradas. Cuando Mateo lo cogió entre sus manos, hubo algo que le resultó extraño: no tenía título. Mateo abrió en libro y en la primera página leyó: “Estas páginas están llenas de historias, cuentos y poemas, pero se están borrando poco a poco… Ya hasta se ha perdido el título…
Mateo, asustado tuvo una idea. Le pondría un título: “El libro perdido”, pero esa no era la solución.
-Entonces, preguntó Mateo al libro, ¿estás tratando de decirme que cuantas más historias pierdas más enfermo te pones? Pues es fácil, dime tus historias y yo las escribiré para que no se olviden.
-No, no puedes. Si mis páginas están en blanco, ¿cómo voy a acordarme? Conmigo morirá la fantasía, la aventura, la historia, la leyenda…Es un problema muy gordo. Faltan veinticuatro horas para que muera. Mateo, tú eres un niño muy inteligente y con mucha imaginación, por eso escribes historias fantásticas. Te elegí para pedirte ayuda. Tienes el poder para reescribirme. Eres el Elegido- susurró sin fuerzas el libro a Mateo en el oído.
- ¿pues entonces, que hacemos charlando?¡Venga, vamos!- respondió emocionado Mateo.
-¿De qué puedo escribir las historias?-preguntó Mateo.
- Pues de historias hermosas, de mundo maravillosos e inimaginables….¡de fantasía! Yo ya no me acuerdo de ellos, pero tú sí.
Mateo escribió hasta cansarse y la última historia del libro fue ésta que te cuento yo ahora. Así todos aquellos que cogieran “El libro Perdido” leerían la gran aventura de Mateo.

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