jueves, 16 de abril de 2009

El libro de las hojas rotas


Érase una vez un libro que tenía 3 hojas rotas, por ello nadie que visitaba la biblioteca lo cogía.
Un buen día una niña que pasaba por la biblioteca vio un libro que tenía las pastas muy bonitas.
La niña fue a la biblioteca a ver que libro era ese que tenía las pastas tan bonitas.
Aquel libro inspiró a la niña a leer de nuevo algunos libros, ya que la niña llevaba mucho tiempo sin leer nada.
El libro tenía cierta curiosidad, y … tres hojas rotas, pero… no estaban rotas del todo, así que se lo llevó a su casa para arreglarlo.
Fue tanta la curiosidad, que la niña abrió el libro y empezó a leerlo.
Así, día tras día la niña fue terminando de leer el libro, y le dio mucha pena de dejarlo de nuevo en la biblioteca, porque era tan bonito… que se lo leyó de nuevo.
A la niña le gustaba tanto el libro y llevaba tanto tiempo con él que… ¡descubrió que aquel era un libro parlante!
Ésta le dijo: -¿Cómo que en todo este tiempo no me has dicho antes que eras un libro parlante?-
Él le contesto con voz de asustadizo: -No me atrevía a decirte tal cosa.-
La niña se comprendió, y entonces le dijo: -Te comprendo pequeño libro. Pero tu defecto era solamente que tenías tres hojas rotas y eso no significa nada para que…, como tú comprenderás, nadie te coja de la estantería. El contenido de tu interior es hermoso y ¡ya estás arreglado!
Entonces el libro, dándole la razón, le contestó: -Sí, todo eso es verdad, pero también es verdad que soy un libro muy viejo y por eso no le gusto a nadie-.
-¡No! Eso no es verdad -, le contesto la niña mandándole callar. -Tú eres ahora un libro nuevo, y no hay nada que diga lo contrario.
En ese momento apareció por ahí la madre de la niña.
¡Le rogaba que fuese a la biblioteca a dejar el libro de una vez!
La niña se negó al momento.
Su madre cogió el libro y se marchó con él en la mano, se tumbó en el sofá y comenzó a leer el libro.
A la madre, tanto como a la hija, le encantó el libro.
Desde entonces el libro fue muy feliz, y una vez devuelto a la biblioteca…
¡Toda la gente que pasaba por allí lo cogía!

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