Algunos años tuvieron que pasar para volver a descubrir la magia de las historias que contienen los libros. Era mucho más fácil ver transcurrir las imágenes y diálogos en la tele o en los videojuegos.
Por eso, me costó trabajo leer el título que la maestra había propuesto para las vacaciones de Navidad. Todo comenzó como una pesada tarea (¡tenía tan sólo dos dibujos!), pero poco a poco se convirtió en una aventura apasionante que me hizo quedar bastante mal ante mi familia:
- ¡Paula, ayuda a poner la mesa!, ¡date prisa, que te lo he dicho ya tres veces!, ¡rápido, que tenemos que visitar a los abuelos!- decía mi madre mientras los demás se esforzaban por tenerlo todo listo.
- ¡Un momento por favor, que estoy terminando el capítulo!- respondía yo una y otra vez.
En ese momento, creo que se encendió la chispa de la lectura. Es como cuando en la escuela estás mirando pero te encuentras en otro sitio, y no precisamente en la luna. Es como cuando se te va el santo al cielo y se te olvida merendar, o ir a las clases de tenis que tanto me gustan.
Se disfruta igual que el triunfo de la selección de España en la Eurocopa. Te sientes protagonista, como si hubieses estado allí, en pleno campo de fútbol con tu bandera en la mano y los colores de tu equipo pintados en la cara.
LUNA
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