miércoles, 15 de abril de 2009

EL LIBRO DE LA INTELIGENCIA


Érase una vez un duende de ciento cincuenta años, que, aunque es muy viejecito, tiene mucha vitalidad. Él se llama Elías. Desde que tenía diez años ha estado leyendo un libro de diez mil páginas, de título “El libro de la inteligencia”. Este es el libro de sus antepasados. Desde la información de maniobras náuticas hasta saber hacer trampas de un gran cazador de gigantes e incluso magia y hechicería.
Desde hace noventa años los gigantes han estado abusando y maltratando a los duendes. Elías se enfadó tanto con los gigantes que salió de viaje con el libro a la tierra de los gigantes, para castigar al rey gigante Matías. Caminó durante un día, dos y al tercero iba caminando por la playa de arena blanca y fina cuando oyó algo: -¡Uaaa, uaaa!
-Umm. Parece un llanto… un llanto de tortuga marina. ― Opinó Elías ― Voy a ver.
-Umm. ¡Que extraño!, es por aquí, eso estoy seguro, pero no veo a nadie. ― Dijo Elías.
― ¡Aquí, aquí arriba. ― Dijo alguien. ― Encima de la roca.
Elías miró hacia arriba de la roca y vio a una tortuga que dijo:
― El gigante Matías me ha lanzado aquí. ¡Ayúdame!
― Ahora mismo. Utilizaré la magia de mí antepasado el Mago. ― Dijo Elías mientras levantaba su bastón, señalando a una planta y exclamó: Abra, cadabra, pata de cabra, esta planta más grande será y a la tortuga salvará.
Cuando lo dijo, la planta se hizo más grande hasta alcanzar a la tortuga. Cuando llegó agarró a la tortuga y bajándola, dijo:
― Gracias, gracias. Mi nombre es Vanesa. ― Se presentó la tortuga.
― No hay de qué. Mi nombre es Elías. He hecho eso gracias a la magia de mi libro.
― Gracias. Me tengo que ir, adiós. ― Dijo Vanesa.
― Adiós. ― Dijo Elías.
Cuando se fue, Elías siguió su viaje hasta que llegó a la tierra de los gigantes.
Allí había un gran castillo negro, con una gran puerta con un letrero colgado que ponía “Prohibida la entrada a los duendes”. Cuando Elías vio esto dijo:
-¿Prohibido duendes? Este gigante Matías es tonto. Voy a usar las rocas del castillo para sepultarlo.Cuando lo dijo, levantó su bastón y las rocas del castillo se derrumbaron haciendo una sepultura para el gigante. Entonces, Elías se fue a su casa.

Seudónimo: Arrayán

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