jueves, 16 de abril de 2009

EN BUSCA DEL LIBRO MÁGICO


Había una vez un reino con un nombre muy curioso. Se llamaba “Librolandia”. Todos sus habitantes estaban dedicados a la lectura. La reina, que se llamaba Anabel, vivía en su palacio con sus tres hijas. Tenía unas gafas de oro que poseían poderes mágicos. Un buen día las perdió. Puso a todos sus súbditos a buscarlas sin éxito alguno.
El bibliotecario real le dijo: Majestad, si encontráis el libro mágico que se encuentra en la biblioteca del palacio, aparecerán las únicas gafas que pueden leerlo, es decir las vuestras.
La reina Anabel envió en su busca a la mayor de sus hijas. Sara, que así se llamaba, en su recorrido se encontró con un mendigo que le pidió unas moneditas.
- Déjame mendigo, que llevo prisa, contestó ella.
Y así se perdió entre las calles.
Viendo que tardaba, la reina envió a Lucia, su segunda hija. Esta tuvo el mismo encuentro y también el mismo comportamiento.
- ¡Quítate de en medio pobretón! Se atrevió a decirle cuando el pobre le pidió un poco de dinero.
La reina preocupada por la tardanza de las anteriores envió a Pilar, la más pequeña. Cuando Pilar se encontró con el mendigo, le dio todo lo que llevaba. Entonces el mendigo le contó que había tres libros mágicos, pero que sólo uno era el verdadero y que sólo su corazón le haría acertar con él.
La princesa le dio las gracias y al llegar a la biblioteca vio que uno de ellos tenía un pequeño ojo. Al acariciarlo enseguida aparecieron sus hermanas y al entregárselo a su madre, aparecieron las gafas.
La reina le cedió el trono a Pilar y ésta se llevó a Rodrigo (el mendigo) como consejero real.

Kiss-Kiss

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