jueves, 16 de abril de 2009

LA SONRISA DE LOS LIBROS


Mario era un niño simpático y muy estudioso. Le gustaba quedar con sus amigos en la biblioteca. Allí, además de estudiar, navegaba por Internet y leía todo tipo de libros y después los comentaban todos juntos.
Un día descubrió a un niño en la puerta de la biblioteca. Estaba muy callado y miraba fijamente al interior pero no entraba. Le pareció muy extraño. Preguntó quién era y descubrió que era un niño nuevo que había llegado al colegio hacía pocos días.
Venía de un país del Norte. No sabía por qué pero la mirada de ese niño no se le iba de la cabeza.
Sin pensarlo más, al día siguiente, se acercó al niño y lo saludó. Pero el niño no contestaba. Mario se presentó y el niño le contestó con su nombre, Luca. Entonces comprendió que no sabía su idioma y no podía comunicarse, pero amaba los libros tanto como él. Pasó un rato junto a él hasta que tuvo una idea. Cogió a Luca de la mano y lo llevó dentro de la biblioteca, a la sección infantil. Cogió varios libros y empezó a enseñarle los dibujos con sus palabras y a decírselo en voz baja. Luca lo comprendió y repetía los sonidos de las palabras de los dibujos muy bajito.
Mario ya no quedaba con sus amigos en las puertas de la biblioteca. Ahora, iba todos los días con Luca a leer libros infantiles. En pocas semanas, pasaron de los dibujos a los cuentos y de los cuentos a historias muy complicadas.
Un día, al fin, Luca hablaba, leía y comprendía. Siempre le había gustado la lectura, y le maravillaba aquel edificio lleno de libros, por eso pasaba todo el día mirándolo desde fuera. Gracias a Mario, ahora pertenece a aquel maravilloso mundo, por eso, el día que Luca recibió su carné de biblioteca su cara se llenó de alegría y emoción y le dio las gracias a Mario, que pensó en las miles de sonrisas que podía provocar un sencillo libro a cualquier niño en cualquier país del mundo.

Seudónimo: PIPIOLO

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